Retornar a la época en qué se leía cuentos es algo saludable,
no solamente para nuestros hijos sino también para nosotros como padres. Los primeros motivos que tuvieron nuestros
bisabuelos y abuelos para contar cuentos a sus descendientes eran transmitir los valores, enseñarles sobre
la vida y ayudarlos a adquirir seguridad.
Hoy, muchas veces estamos cansados de trabajar y olvidamos
la importancia del cuenta cuentos y de nuestra función en ello.
- Escuchar cuentos hace a los niños más reflexivos, pueden encontrar un mensaje, distinguir lo
bueno de lo malo y comprender la forma de comportarse ante distintas
situaciones de la vida.
- Es una forma didáctica de enseñarles lecciones de vida.
- Ayuda a combatir sus temores, el niño se puede identificar
con las emociones de los protagonistas, ver cómo se desarrolla la historia, qué
ocurre y cómo termina. Adquiere seguridad y control.
- Estimulan la fantasía, la sensibilidad, la memoria y la
expresión.
- Ayudan a desarrollar el lenguaje, ampliando vocabulario, aumenta
la capacidad de comprender.
- Aprenden a escuchar con atención y a ser pacientes.
- Mejoran el conocimiento del espacio y del tiempo: dónde y
cuándo sucede, qué ocurre antes y qué ocurre después.
- Transmiten valores como la constancia, la amistad, la
modestia, la honestidad, la lealtad, la bondad, la perseverancia, etc.
- Enseñan a identificar emociones como el miedo, el amor, la
frustración, la ira, la envidia, el deseo, el enojo, la malicia, etcétera.
- Ayuda a relajarnos y a conectarnos con nuestros hijos.
Los cuentos son el puntapié inicial para comenzar
conversaciones, conocer sus opiniones,
deseos, sentimientos y poder orientarlos.
Hoy, muchas veces estamos cansados de trabajar y olvidamos
la importancia del cuenta cuentos y de nuestra función en ello.
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